Hace unos días estaba brindando
sugerencias de cosas para hacer antes de
que suene el timbre. Uno de los seguidores de mi página en Facebook reaccionó con el
siguiente comentario: “será para que los maestros INFARTEN. Si en su inmensa
mayoría no van a querer ni tocar el escritorio antes del timbre”. En días
recientes ocurrió un incidente de violencia en una de las escuelas públicas del
país precisamente durante la mañana, antes de que sonara el timbre.
Esa es la joven que grita a la agresora que
golpee a otra alumna durante un incidente ocurrido anteayer minutos antes de
que sonara el timbre de entrada de la escuela Bethsaida Velázquez,
un plantel
con una matrícula de 377 estudiantes.
Tomado del peri'odico El Nuevo Día
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Es aquí cuando, como educadores,
tenemos que sentarnos y reflexionar ¿qué estamos haciendo por nuestros niños y
jóvenes? Más que un trabajo con paga, ser maestro es una responsabilidad que elegimos
tener. Nadie nos la impuso. Cuando estudiamos pedagogía, sabíamos lo que
estábamos haciendo, conocíamos la decisión que estábamos tomando y decidimos
aceptar las responsabilidades que el título trae consigo. Nuestras actitudes se
reflejan en nuestros estudiantes. Ellos ven como reaccionamos a todo, como
hablamos, como opinamos. Estamos en constante escrutinio. No estoy diciendo que
no debemos sentirnos abatidos, cansados o incluso, agobiados. En esta profesión hay muchos momentos de
frustración y como todo ser humanos tenemos estos momentos y sentimientos. Lo
que quiero decir es que el salón de clases no es el mejor lugar para manifestar
nuestro coraje y frustración. Si no tenemos buena disposición en hacer algo, no
pretendamos que nuestros estudiantes la tengan. Si no cumplimos con nuestras
responsabilidades, no pretendamos que nuestros estudiantes también lo hagan.
Son muchas las acciones de
violencia que se suscitan temprano en la mañana, debido a que los estudiantes
saben que a esa hora no hay supervisión escolar o es muy poca. Tenemos que
tener bien presente que la escuela debe ser refugio de paz para nuestros
estudiantes. También tenemos que tener claros, que somos responsables de estos
menores y debemos brindarles seguridad.
Por otra parte, no todo puede
recaer en el maestro. La administración del plantel escolar debe tener un plan
de acción que vaya a tono con las normas del distrito escolar, con la
administración central. ¿Qué hacen los estudiantes antes de que suene el
timbre? ¿Qué hace la facultad antes de que suene el timbre? ¿Qué hace la
administración antes de que suene el timbre? Si la respuesta es “nada, porque
eso está fuera de mi horario de trabajo”, entonces hemos llegado la raíz del
problema.
Nuestra sociedad exige un cambio
radical en nuestro sistema educativo, que va desde el horario hasta el
currículo. Nuestras necesidades como pueblo son distintas a las de hace 10, 15,
20 años atrás. Tenemos que ajustarnos a los tiempos que estamos viviendo, a las
necesidades que tenemos hoy día. No podemos permitir que sigan ocurriendo
eventos violentos en nuestras escuelas.
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